Las imágenes simples contienen escasos elementos visuales y requieren para su decodificación una menor atención que las imágenes complejas. En el lenguaje publicitario se observa que la gran mayoría de anuncios no poseen más allá de cuatro o cinco elementos visuales con el objeto de no distraer a la audiencia del fin que se persigue: la captación diáfana del mensaje y de una posible clientela.
Aquí podemos observar una imagen simple que no requiere mucho tiempo ni atención para su análisis.
El nivel de complejidad de una imagen va a estar estrechamente vinculado a los siguientes aspectos: grado de iconicidad; sentido abierto o cerrado de la representación; carácter histórico de la representación; valor económico, social, político, cultural, etc., de los objetos que aparecen en la imagen; relaciones de los elementos entre sí; utilización de elementos u objetos anacrónicos en una misma representación; el contexto y, por último, la organización perceptual.
En la primera imagen podemos observar que es algo más compleja que la anterior (chico en bicicleta), pero aun así su análisis es sencillo y su grado de complejidad es menor que en la segunda imagen, que es una obra que posee diferentes niveles de lectura.
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